domingo, 23 de mayo de 2010

La espada guardada


Hoy tengo ganas de escribir, pero las pastillas que estoy tomando no me dejan concentrarme, esta semana he tenido muchas que me queman, pero hay algo que me impide expresarme, el miedo quizá. Transcribiré un poema viejito dedicado a un poeta que para mí ha sido muy importante en mi vida, y que sus poemas hoy más que nunca me hieren demasiado, me hieren porque deseo y el sólo desear y no tener lo que se desea es suficiente para el dolor y la tristeza.


A Rubén Bonifaz Nuño

Decirlo yo,

decir lo mío,

decir el quebradero de mi garganta;

decirte que estoy roto y me has salvado,

y que ha sido tu voz mi espada y manto.

Pero hoy…,

hoy desde la boca de mi tristeza,

con el tiempo enterrándose en tu espalda,

digo que no es justo, ¡qué no es cierto

que se marchite el canto!; que el asombro

se nos vaya escurriendo de las manos.

Aunque sé, aunque comprendo…, no puedo.

Y el amargo puño de tu silencio

deshuesa la ahogada plegaria de mi voz;

Y te miro

mirando el tiempo;

y te miro

ante el reloj guillotinando el aire,

el agua de la palabra, la flor

que muere buscando tu voz, tus labios;

y te miro

buscando guadañas en cada instante;

y te miro

buscando un réquiem en los segundos;

y te miro mirando…,

y tu búsqueda…

me deshoja la mirada.

1 comentario:

  1. Bueno, pues tiene mucho que leí ese poema, desde que lo escribiste, me parece, desde que te expreso su deseo de no vivir más. Es uno de tus poemas que recuerdo más, y sin duda uno de los mejores homenajes. Una ofrenda que tal vez vaya a dar a ese fondo común de la poesía, de la que él sin duda es ya partícipe.

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